Una nueva investigación, que será presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID) de este año en Lisboa, ha demostrado que un intervalo más largo entre las dosis primarias de la vacuna COVID-19 puede aumentar la producción de anticuerpos hasta 9 veces.

“Comprender la respuesta inmunitaria a la vacunación contra el COVID-19 es fundamental para controlar el virus y reducir el número de muertes”, afirmaron los expertos a cargo del trabajo. Para averiguar los factores que afectan a la respuesta de los anticuerpos tras la vacunación con COVID de Pfizer/BioNTech, el doctor Ashley Otter y sus colegas de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) midieron los niveles de anticuerpos en muestras de sangre tomadas a casi 6000 trabajadores sanitarios de todo el Reino Unido inscritos en el estudio SIREN (Infección y Reinfección del SARS-CoV-2 y Evaluación).

Un total de 3.989 de los 5.871 participantes recibieron su primera dosis de la vacuna al menos 21 días antes. 1.882 tenían su segunda dosis al menos 14 días antes. Los participantes se clasificaron según sus antecedentes de infección como si hubieran tenido previamente COVID (confirmado por una prueba de PCR o asumido debido a su perfil de anticuerpos), es decir, sin antecedentes de infección. Casi todos (más del 99%) los que no habían tenido COVID se convirtieron tras la vacunación, lo que significa que crearon anticuerpos contra el virus.

Después de la dosis 1, los que tenían una infección previa tenían niveles de anticuerpos hasta diez veces más altos que los individuos naïve, mientras que después de la dosis 2, los que tenían una infección previa tenían niveles de anticuerpos más del doble que los que no habían tenido una infección previa. Al analizar los intervalos de dosificación, se descubrió que un intervalo de dosificación más largo se asociaba con niveles de anticuerpos hasta nueve veces más altos en los participantes naïve más de 10 semanas 11.479,73 con un efecto más pronunciado observado en los participantes más jóvenes. El intervalo de dosificación no afectó a los niveles de anticuerpos en aquellos con infección previa. Sin embargo, un intervalo más largo entre la infección y la vacunación se relacionó con niveles más altos de anticuerpos.

Los que recibieron la primera dosis de la vacuna ocho meses después de una infección tenían niveles de anticuerpos siete veces más altos que los que fueron vacunados tres meses después de la infección, con una meseta después de ocho meses, lo que sugiere que ocho meses después de la infección primaria puede ser un momento óptimo para recibir la primera vacuna en aquellos con infección previa. Sin embargo, el análisis muestra que, independientemente del tiempo transcurrido entre la infección y la vacunación, todos los individuos presentan una respuesta de anticuerpos muy elevada tras la dosis 2. Además, las mujeres y las personas pertenecientes a una minoría étnica se asociaron con títulos de anticuerpos significativamente más altos, mientras que la inmunosupresión se asoció con respuestas de anticuerpos posvacunación significativamente más bajas.

El doctor Otter resalta que “este estudio muestra que un tiempo más largo entre la dosis de la vacuna 1 y la dosis 2 da lugar a respuestas de anticuerpos más altas en los participantes ingenuos, lo que apoya firmemente la decisión del JCVI y del gobierno del Reino Unido de alargar el intervalo entre las dosis de la vacuna”. “También hemos demostrado que en las personas con infección previa, el tiempo entre la exposición y la vacunación desempeña un papel fundamental en las respuestas de anticuerpos posteriores a la vacunación -añade-. Sin embargo, es necesario seguir investigando para determinar si estos niveles de anticuerpos más altos proporcionan una mayor protección contra la enfermedad de COVID-19 y cómo este intervalo de dosificación más largo puede afectar a las respuestas de refuerzo”.

“Las vacunas actúan estimulando el sistema inmunológico e inducen la producción de anticuerpos específicos contra la enfermedad en cuestión”, explicó Enrique Casanueva, jefe de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral. Y agregó que existen distintas variedades de vacunas según cómo se compongan y que eso determina también la respuesta del paciente. “Las personas podemos reaccionar a la vacunación, ya sea por el antígeno que contienen, por los adyuvantes o por otras sustancias presentes en ellas. La frecuencia de estas reacciones varía bastante entre las diferentes vacunas, y eso incluye a las vacunas contra el COVID-19″, precisó el experto.

Hace un año, investigadores de Australia aportaron un avance para empezar a contestar uno de los interrogantes más frecuentes entorno a las vacunas contra el COVID-19: cuánto dura la protección en el mundo real, y no en ensayos controlados. Llevaron adelante un estudio con técnicas de modelado predictivo para estimar la robustez y la duración de la protección inmunitaria conferida por siete vacunas diferentes para COVID. Los resultados sugieren que cuanto más proteja una vacuna inmediatamente después de ser administrada, más durará su protección. Sin embargo, advierten que se necesitarían ajustar las estrategias de vacunación para enfocar mejor el problema de la disminución de la inmunidad contra el coronavirus.

Los científicos, liderados por Miles Davenport, del Instituto Kirby, que depende de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney, Australia, basaron su modelo en el supuesto fundamental de que los niveles elevados de anticuerpos neutralizantes – que son subgrupo de anticuerpos que pueden inactivar el virus- se correlacionan con la protección inmunitaria. Esta cuestión había surgido antes en investigaciones anteriores sobre la reinfección en pacientes recuperados de Covid-19 y la seguridad y eficacia de la vacuna.

Utilizaron para hacer el estudio los datos disponibles sobre las vacunas elaboradas por las empresas Pfizer-BioNTech, de Estados Unidos y Alemania respectivamente; Moderna, de EE.UU.; Sputnik-V, de Rusia; Bharat Biotech, de la India; Johnson & Johnson, de los Estados Unidos; AstraZeneca; de Inglaterra; y de la Coronavac de Sinovac Biotech, de China. Pudieron delinear el estado de los niveles de los anticuerpos neutralizantes generados por cada una de las vacunas a lo largo de 250 días.

Otro resultado que aportó el trabajo es que existirían diferencias con respecto a los niveles de anticuerpos neutralizantes según la vacuna que se aplique. Las vacunas de Pfizer y Moderna fueron las más eficaces, con una eficacia inicial del 95% que no descendió al 50% hasta el día 200 aproximadamente. La vacuna Sputnik V mantuvo una eficacia del 70% a los 150 días y del 50% a los 125 días. En tanto, las vacunas Johnson & Johnson y AstraZeneca tuvieron una eficacia inicial del 67 y el 62% respectivamente, pero alcanzaron la marca de protección del 50% alrededor del día 50.