El gobierno francés superó este lunes dos votaciones en la Asamblea Nacional destinadas a bloquear una polémica reforma para elevar la edad jubilatoria a 64 años, que quedó automáticamente adoptada tras su reciente aprobación por decreto por el presidente Emmanuel Macron.

Las votaciones constituyen un triunfo para Macron pero quizás a un costo muy alto para un presidente acusado de autoritario por sus críticos y al que aún le falta la mayor parte de su segundo mandato, y que aspira a otras reformas pese a no tener control absoluto del Parlamento.

De hecho, tras las votaciones se registraron nuevas protestas en París, con cientos de personas en las calles, quema de basura, saqueo de comercios y al menos 113 manifestantes detenidos, según reportes policiales citados por la agencia de noticias Europa Press.

La reforma jubilatoria es rechazada por la mayor parte de la opinión pública francesa, según sondeos, y ha suscitado masivas protestas y al menos nueve huelgas generales en Francia desde mediados de enero.

Toneladas de basura acumuladas en las calles de París por un paro de recolectores se han convertido en uno de los símbolos del rechazo a la reforma, que según el Gobierno es necesaria para evitar una quiebra del sistema provisional en medio de una creciente expectativa de vida.

Macron la aprobó por decreto la semana pasada, tras su media sanción en el Senado, ante el temor a su rechazo en la Asamblea Nacional, donde la votación se evitó gracias a que la primera ministra Élisabeth Borne invocó un artículo constitucional que da al presidente tal potestad.

En rechazo a esta maniobra y en medio de acusaciones de autoritario a Macron, partidos opositores presentaron a votación en la Asamblea Nacional dos mociones distintas para destituir al Gobierno de Borne, lo que, al mismo tiempo, habría bloqueado la reforma jubilatoria.

La primera «moción de censura» contra el Gobierno en ser votada, presentada por el grupo independiente LIOT con el apoyo de la izquierda, recibió 278 votos de los 287 necesarios, en una votación más ajustada que lo esperado.

Una segunda votación, presentada por el partido de extrema derecha de la líder Marine Le Pen, recabó solo 94 votos.

«Sólo faltaron nueve votos para derribar este gobierno y su reforma, un gobierno que ya está muerto para los franceses y que ya no tiene ninguna legitimidad», dijo la diputada de izquierda Mathilde Panot tras la votación de la primera moción de censura.

La caída de las dos mociones pone fin a la saga parlamentaria de la reforma, aunque la oposición ya anunció recursos ante el Consejo Constitucional para frenar su aplicación e impulsar a su vez un referéndum.

Mientras tanto, quedó adoptada definitivamente la reforma jubilatoria con sus dos puntos centrales: el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años, en lugar de 42, para cobrar una pensión completa.

Borne, en primera línea en la defensa de esta reforma clave para el segundo mandato de Macron, que fue reelecto en abril de 2022, se dijo «determinada a continuar aportando las transformaciones necesarias» para el país tras ganar las votaciones, informó la agencia de noticias francesa AFP.

Pero la primera ministra del liberal Macron surge debilitada de este pulso, máxime cuando casi un tercio de diputados del partido opositor Los Republicanos (LR), de derecha, que negoció con el gobierno la reforma, votó a favor de tumbarlo.

«Es evidente que hoy el gobierno tiene un problema de legitimidad y que el presidente no puede convertirse en un espectador», dijo a la cadena Bfmtv el derechista Aurélien Pradié, cabeza visible de esta oposición en el seno de LR.

La alianza de izquierdas Nupes, la extrema derecha y los diputados independientes de LIOT también habían avanzado su intención de tumbar el gobierno y la reforma.

Borne defendió hoy ante los diputados una reforma que busca paliar, a su juicio, un futuro déficit en la caja de las pensiones, el esfuerzo para lograr un «compromiso» y el método utilizado para aprobarla: «El 49.3 no lo inventó un dictador», dijo.

En un contexto de creciente tensión social, la líder ultraderechista Le Pen, rival de Macron en el balotaje de la elección presidencial de 2022, estimó que el resultado representa «una sanción clara» y estimó que la primera ministra debía «marcharse» o «el presidente debe cesarla».

La ultraderecha aparece reforzada en los sondeos con el conflicto social actual y una de sus diputadas, Laure Lavalette, urgió a Macron a disolver la Asamblea, como amenazó en caso de revés a su reforma.

¡Atrévase señor Macron! (…) Volveremos más numerosos a la Asamblea», dijo Lavalette.

La confirmación de la reforma no parece que calmará la tensión social.

«Reitero mi llamado al presidente: Retire esta ley, no la promulgue. Esto calmaría los ánimos», había advertido en el diario Libération el líder del sindicato CFDT, Laurent Berger, para quien Macron será «el responsable de lo que ocurra».

Con rutas bloqueadas, transportes perturbados, el aeropuerto de Tarbes-Lourdes del sur de Francia invadido, miles de toneladas de basura en las calles de París, falta de combustible en el sureste…los sindicatos han multiplicado las acciones de protesta.

El presidente, de 45 años, a quien no afectaba la moción de censura, se jugaba además poder aplicar el programa de su segundo mandato hasta 2027.

Su partido liberal Renacimiento y la coalición de centro que sostiene al Gobierno tienen más bancas que cualquier otra formación o alianza en la Asamblea Nacional, pero el año pasado perdió su mayoría absoluta, por lo que necesitaba el apoyo de LR para la reforma jubilatoria.