La belleza y complejidad de la margarita: más que una simple flor
La margarita es comúnmente considerada una flor, pero en realidad es una inflorescencia compuesta. La margarita es un símbolo complejo que merece un análisis más profundo, en diferentes ámbitos de nuestra vida, como puede ser en la medicina tradicional o en el arte.

La margarita (Bellis perennis) ha sido un elemento constante en la historia y la cultura. A lo largo de los siglos, muchas civilizaciones han visto atraídas por su belleza simple, incluso, minimalista. En la Edad Media se le atribuían propiedades mágicas, y los romanos la utilizaban como un remedio para tratar diversas dolencias. Las jóvenes solían recolectar margaritas en los campos porque se pensaba que traían suerte y amor. Este simbolismo sigue siendo utilizado hoy en día porque en algunas culturas se considera un regalo perfecto para expresar sentimientos de pureza e inocencia.
La margarita en la taxonomía
Para comprender por qué la margarita no se considera estrictamente una flor, es necesario estudiar la taxonomía de las plantas. La taxonomía es la ciencia que clasifica los organismos en grupos en función de sus características. Más de 23.000 especies de plantas en la familia Asteraceae incluyen margaritas, muchas de las cuales se consideran flores.
La naturaleza de la margarita se revela por su propio nombre científico Bellis perennis. Veamos. En latín, Bellis significa «hermosa» y «perennis» significa «perenne». Esto refleja no solo su capacidad para florecer año tras año, sino también su apariencia atractiva. Lo que llamamos «flor» en la margarita es en realidad una inflorescencia compuesta. Esta inflorescencia tiene muchos floretes que se agrupan para parecer una sola flor.

Una inflorescencia es una estructura floral que agrupa varias flores de manera organizada en una posición. Las inflorescencias varían en forma y disposición. Por ejemplo, el girasol (Helianthus annuus) tiene una inflorescencia compuesta, que consiste en una serie de flósculos agrupados en un disco central rodeado de pétalos. Aunque, en realidad, estos pétalos en sí son flores auténticas, llamadas flores liguladas o lengüetas.
Así que, la próxima vez que veas una margarita, recuerda que no es solo una flor solitaria. La margarita es, en realidad, un conjunto de flores, una verdadera obra maestra de la naturaleza. Cuando le regalas una margarita a alguien le estás regalando un ramo de flores, aunque parezca un solo regalo. ¡Es como si le dijeras: «Aquí tienes un bouquet, pero sin la necesidad de un jarrón!» Así que, al entregar una margarita, ¡puedes considerarte un generoso florista, ofreciendo un pequeño jardín en cada tallo!
Margaritas: las super heroínas de las flores
Las margaritas son plantas increíblemente fuertes que prosperan en un amplio espectro de ambientes. Son ideales para prados, jardines y áreas silvestres porque prefieren suelos bien drenados y pueden crecer en suelos pobres en nutrientes. Su popularidad global se debe principalmente a su capacidad para adaptarse a una extensa variedad de tipos de suelo.
Las margaritas tienen un pH ideal entre 6 y 7, pero pueden ajustarse ligeramente. Esto significa que pueden establecerse en suelos que otros tipos de plantas podrían encontrar demasiado ácidos o básicos. Esta capacidad de adaptación les permite colonizar desde áreas abiertas hasta jardines con mayor control.

En cuanto a la luz, las margaritas necesitan sol pleno para florecer adecuadamente, aunque pueden tolerar algo de sombra. El resultado es una flor más vibrante y abundante, por lo que es ideal plantarlas en lugares donde reciban al menos seis horas de luz directa al día. No obstante, su capacidad para tolerar la sombra les permite sobrevivir en condiciones menos favorables, lo que las hace aún más adaptables.
Otra característica que hace que las margaritas sobrevivan en entornos diversos es su resistencia a la sequía. Son capaces de almacenar agua en sus tejidos, lo que les permite sobrevivir en situaciones de escasez de agua. Las margaritas han prosperado en muchas partes del mundo gracias a su adaptabilidad, comenzando en las suaves praderas de Europa y extendiéndose por todo el mundo.
La margarita en la medicina tradicional
La margarita ha tenido su presencia en la medicina tradicional. Por ejemplo, las hojas y las flores se usaban para hacer tés que se usaban para tratar muchas enfermedades, desde problemas estomacales hasta inflamaciones. Aunque el interés por las propiedades medicinales de las plantas se ha perdido en la medicina moderna, ha vuelto en las últimas décadas. Varias investigaciones han sugerido que los extractos de margarita tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Sin embargo, es importante recordar que se necesita más investigación para demostrar estos efectos y establecer pautas de uso.

Las margaritas en el arte y la cultura popular
La margarita ha sido una musa inspiradora para artistas a lo largo de los siglos. Desde el Renacimiento, donde simbolizaba la juventud y la transitoriedad de la vida, hasta el Impresionismo, que capturó su luminosidad y frescura, esta humilde flor ha dejado una huella indeleble en el arte. Artistas como J.M.W. Turner y John Constable la inmortalizaron en sus paisajes, mientras que movimientos posteriores como el Art Nouveau y el Modernismo la adoptaron como símbolo de la naturaleza y la feminidad. Incluso en el arte contemporáneo, la margarita sigue siendo un motivo recurrente, reinterpretada por artistas de diversas corrientes.
Las margaritas guardan su rincón en la cultura popular. Una forma muy extendida es la dualidad del amor a través de la famosa expresión «me quiere, no me quiere». Este juego infantil, donde se quita un pétalo tras otro, ha sido un ritual para desvelar los sentimientos de otra persona hacia uno mismo, lo que convierte a la margarita en una especie de oráculo, a la par de en un símbolo de la esperanza y la incertidumbre en el amor.

Cuando «deshojamos» una margarita en este famoso juego del «me quiere, no me quiere», en realidad estamos arrancando sus lígulas, no pétalos. Estas lígulas son las pequeñas flores que rodean el capítulo, la inflorescencia que parece una flor única. Esta estructura compleja, típica de las margaritas, incluye también flósculos en el centro, lo que hace que lo que percibimos como una flor sea en realidad un conjunto de flores. Los flósculos son pequeñas flores tubulares que forman la parte central del capítulo de las margaritas y otras plantas de la familia Asteraceae. A diferencia de las lígulas, que son las flores que se ven en el borde, los flósculos suelen ser más pequeños y menos llamativos. Sin embargo, cumplen una función importante en la reproducción, ya que contienen los órganos reproductores de la planta. Este tipo de estructura permite que una inflorescencia actúe como una sola flor, lo que facilita la polinización.
